LA ÚLTIMA VOZ ANTES DE LA BATALLA
Se suele
decir que para gustos los colores, y no menos cierto sería argumentar hacia
nuestra profesión, que cada uno es libre de realizar lo que crea más oportuno
antes del comienzo en un partido oficial.
Y como no
podía ser de otra manera, todos y cada uno de nosotros los técnicos
especialistas en porteros, además de las manías, metodologías, rarezas,
creencias, supersticiones, rituales, hábitos etc…dependemos si o si de algo que
nunca podremos manejar en su totalidad, y es algo tan sencillo como la persona,
es decir, nuestro portero, ese al que intentamos adiestrar en lo que defendemos
como la mejor ayuda posible para sus intereses y por consiguiente los nuestros,
llevándolo de la mano como si de nuestro vástago se tratase hasta la rampa de
salida en las jornadas competitivas, indicándole en ocasiones de manera
obsesiva como debería ser cada acción o cada minuto competido ante lo que le
espera al otro lado.
En ese
otro hemisferio del campo le aguardan los malos (CONTRARIO-RIVAL), esos que intentarán
por todos los medios posibles a su alcance, hacer que la jornada competitiva
tenga tintes dramáticos para nuestro portero, nuestros intereses y nuestra
trayectoria.
Pero no
andarán solos para tal propósito los de en frente, ya que adheridos a ellos en
su malévola causa estarán también como casi siempre, un montón de problemas
técnicos, tácticos, institucionales, jerárquicos, ambientales, emocionales, y
por supuesto lo que envuelve a todos ellos, el propio desarrollo competitivo
(EL PARTIDO).
Y no se me
ocurrirá pasar de puntillas por algo que debe ser resaltado sobre manera, la mención especial ante lo que se han
propuesto los ingenieros publicitarios adjudicándose su minuto de gloria para
tal menester, empecinados todos los que se dedican a ello en llamarlo última
tecnología temporada tras temporada, brillando con luz propia en el letrero
tildado como enemigo número uno para nuestro vocabulario porteril, EL BALÓN.
Un ENTE que
normalmente parece poseer vida propia,
teniendo registradas las innumerables trastadas ocasionadas que se gasta
cuando marca sus enrevesadas trayectorias y velocidades, dignas muchas de ellas
en ser visionadas por la DGT, ante posibles retiradas de puntos saltándose los
límites marcados por ley.
Habiendo
descrito ya la cantidad de ruido existente antes de la batalla, me hace
reflexionar desde hace ya bastante tiempo, incluyendo aquella época cuando me
enfundaba mis respectivas manoplas, que la dependencia ante los que tenemos a
nuestro cargo ME MARCA como premisa indispensable en mis ideas, y por
consiguiente en la denodada búsqueda de sintonía o feeling recíproco, SABERLO
ESCUCHAR hasta en sus silencios más prolongados, intentar RESPETAR sus espacios
aunque sean los más amplios del lugar, ASENTIR pese a faltarnos contundencia en
nuestras creencias ante lo percibido, ESGRIMIR con la delicadeza más profunda sugerencias
de cualquier tipo, aun no siendo estas en su totalidad las que intentaríamos esbozar
en primera persona.
Esto viene
propiciado por las características personales de los porteros a los que
entrenamos, y que estos a su vez sin lugar a dudas, tendrán otros
características distintas de las que nosotros siempre sacamos a relucir como alarde
generoso de lo que éramos (o seguramente nos PENSAMOS que fuimos).
Perseveramos
en trasladar en ocasiones de manera cansina nuestros pensamientos más férreos,
o sea, todo aquello que usábamos cuando éramos capaces aún de enfundarnos los
guantes sin equivocarnos de mano, y sin ser conscientes para percibir dudas a
la hora de una posible ofensa al ojo del aficionado más crítico, sirviéndonos
todos estos pasos como guión, fundamentos e idealizaciones propias, y excusándolos
bajo el camuflaje como si de un legado mágico se tratase, de estar realizando el
acto más generoso y desinteresado posible hacia los nuestros.
Les
hacemos llegar a los que tenemos a nuestra vera futbolística unas directrices
que fueron hechas a medida, basadas muchas de ellas en los principios
personalizados como etiquetas identificativas, de cuando nosotros éramos los
protagonistas del festejo.
Pero
seguramente estos pensamientos tan propios, no permitirán que resplandezcan en muchas
ocasiones como deseamos nuestras mejores intenciones, ya que los guardianes de
nuestras porterías tienen estilos y personalidades propias.
Como
indiqué con anterioridad, una cosa es lo que nosotros creemos que debe llevarse
a cabo, y otra cosa normalmente muy distinta es lo que sucederá en el partido,
derivado todo por la gran cantidad de acontecimientos incontrolables que pueden
suceder, empezando por sus mentes, y que como se suele decir en el ámbito
futbolístico trasladándolo a la vida;
(CADA UNO ES DE UN
PADRE Y DE UNA MADRE).
Soy de
compartir información, transmitir mis formas en cuanto a la ejecución de
acciones correctas, y de las posibles soluciones para la erradicación en
problemas técnicos-tácticos-psicológicos, interrelacionándonos durante la
semana (TIEMPO HAY DE SOBRA).
De esta
manera la cual es mi forma de actuar, creo que nos hará estar a todos lo más cerca
posible de un éxito sosegado, y ahí es donde se deberá hacer un mayor hincapié
para corregir, direccionar, subsanar, aconsejar y por descontado, orientar a nuestros porteros ante lo que
pudiera ocurrir con más probabilidad durante el partido, la exigencia
competitiva que nos espera, y sobre todo ante lo que deberá hacer frente con
contundencia en el transcurrir de la contienda.
Mi manera
personal e intransferible ya que así lo siento y reclamo, es la de no llenar
más de lo que ya está su mente en la previa insertándole más datos, presión,
inquietud, dudas, responsabilidad, miedos, etc…
No concibo
aunque por supuesto respeto a todo el que lo haga, incrementar con carga
negativa (RIVAL), un estado de ánimo ya de por si estresado ante lo que se
cierne, dándoles a los míos hasta el último instante más información de la
estrictamente necesaria, y si que intento hacerles saber todo lo bueno que
pueden hacer, o simplemente hacerles llegar que sus minutos competitivos van a
ser GANADORES.
Queda
probado sobradamente para aquel que se enfundó el disfraz de portero de fútbol
alguna vez, y para todos los insensatos que siguen haciéndolo semana tras
semana, que lo que llevan ya como carga mental en sus alforjas competitivas, es
un lastre lo suficientemente pesado como para que no sigamos sumando kilos a
dicho recipiente, al cual deberemos tratar de aligerar de la manera más ocurrente
y personal que ideemos.
Hacerlos
sentir fuertes, poderosos, confiados y sobre todo dispuestos para asumir el
reto establecido tanto de manera individual como colectiva, es misión nuestra,
no sólo poniendo las mejores metodologías semanales, sino también cuando estamos
en puertas de su partido, no ocurriéndoseme mejor manera de hacerlo que
trayendo algo de calma, algo de tranquilidad, algo amable en el último
instante, algo agradable al oído como consigna final, algo como una mirada
cómplice, algo que pueda recordar con satisfacción, en definitiva, que las
últimas palabras o recuerdos antes de su batalla no sean recalcarle que
fulanito o menganito son peligrosos, sino que escuche una voz amiga de verdad,
esa que no viene en ningún libreto para la causa, esa que no se baja de
internet, esa que no te la pasan por mensaje, esa que se distingue del resto de
voces en ocasiones impropias que circulan alrededor, esa que supone la compañía día tras día y que
se la reconoce siempre, esa que es la última voz a la que aferrarse para entrar
a la batalla.
Y
luego: ¡QUE DIOS REPARTA SUERTE!
JM.SANTISTEBAN